El último vagón

El último vagón

Antes de que se acabe el ciclo escolar y empiecen las vacaciones vale la pena preguntarse: ¿qué necesita una niña o un niño para aprender? y ¿cómo son o deberían ser las maestras y maestros que les acompañen en ese proceso? Obviamente, también habría que cuestionar cómo debemos ser los padres y las madres para crear un espacio para el aprendizaje desde lo que hacemos y la forma en que nos relacionamos de manera cotidiana y luego cómo elegimos un espacio para que reciban una instrucción formal.

En la película El último vagón de Netflix, la maestra Georgina (Adriana Barraza) nos enseña que para ser maestra se requiere dedicación, empatía, conocimientos didácticos básicos y un gran corazón. ¿Para qué sirve eso? Para acompañar a las infancias a descubrir el mundo, a entender la naturaleza y sus fenómenos, a realizar operaciones y procesos básicos para identificar y compartir sus ideas de forma oral y escrita, entre muchas otras cosas, con el fin de aprender a conocer, a comunicarse, a crear, a convivir y a respetar las reglas por convicción, no por obligación.

¿Necesita lo mismo una niña o niño de una gran ciudad que otra u otro de una población pequeña? Tal vez sí, tal vez no, pero si reconocemos algunos de estos valores como elementos básicos para propiciar el aprendizaje, sería un gran avance.

A lo mejor, quienes buscan que sus hijas e hijos obtengan un doctorado desde el kínder, no estarán de acuerdo con estos postulados básicos, pero, si nos damos la oportunidad de ver cuáles son las condiciones educativas a nivel nacional, podremos ver que la mayor parte de la población acude a escuelas de pocos recursos, con un profesorado más involucrado en la vida sindical que en el desarrollo infantil; mientras que esta película nos muestra que hay que recurrir a lo básico y enseñar lo más que se pueda desde donde se pueda: en este caso, en un vagón en una comunidad de jornaleros y trabajadores temporales de escasos recursos.

Ikal, es hijo de una pareja que constantemente se está mudando porque su papá trabaja en la construcción de carreteras, su mamá está enferma y él aún no sabe leer, así que cuando llegan a un nuevo pueblo, conocen a la maestra, pero él no tiene interés, pues sabe que pronto se trasladarán a otra localidad, pero, al ver a un perro abandonado, pide a sus papás permiso para quedárselo y la maestra Georgina le promete que será de él y vivirá en la escuela, con la única condición de que aprenda a leer.

Ikal empieza a ir a la escuela en la que la maestra Georgina atiende a todas las niñas y niños y conoce las tribus que han conformado: los pelones (porque siempre tienen piojos) y los jodidos (porque siempre tienen hambre), célula a la que le toca integrarse con Valeria, Tuerto y un niño más que se vuelven sus amigos de clase y aventuras.

A través de la historia vemos cómo la maestra Georgina trata de enseñar a todos, a pesar de la diferencia de edades, con algunas técnicas tradicionales y otras experimentales. Les pide que investiguen en la naturaleza y traigan elementos vivos a clase, les invita a hacerse preguntas y responderse entre ellos y a conocer la realidad.

Cuando se da cuenta que Ikal requiere más ayuda, se ofrece a darle clases extra dos veces a la semana. Ante la negativa, le muestra a Ikal un cómic de Kalimán y le promete compartirle más si aprende a leer, así que el niño empieza a motivarse.

Mientras Ikal vive aventuras e ilusiones con sus compañeros, la enfermedad de su mamá sigue y su papá sufre los efectos del trabajo arduo en la construcción de la carretera. Con mucha ilusión pide a sus padres ya no mudarse y ellos acceden a quedarse en el pueblo, pero el destino les tiene preparadas más pruebas de las que imaginan y la realidad les obliga a tomar nuevas decisiones. Sin embargo, aún con todo, el cariño, la dedicación y el compromiso de la maestra Georgina siembran en Ikal una vocación para el futuro.

A lo largo de la historia vemos, de forma paralela, a un hombre que trabaja en la autoridad educativa federal con la consigna de notificar a escuelas en pequeñas localidades que ya no pueden operar. Su corazón se estruja en cada visita, pues se da cuenta de que esas escuelas son la única opción educativa de las comunidades y que las ideas que se dictan en una oficina desde el centralismo no necesariamente responden a las necesidades de las comunidades educativas reales.

  • ¿Cómo era la escuela en donde estudiaste la primaria?
  • ¿Tuviste una maestra o maestro que impactara positivamente en tu vida? ¿De qué forma?
  • ¿Recuerdas alguna de tus aventuras dentro o fuera con tus amigas/os de la escuela?
  • Al momento de crecer, ¿tuvo algo que ver tu experiencia en la infancia con la elección que hiciste de la escuela de tus hijas e hijos?
  • ¿Es para ti más importante que tus hijas e hijos vivan lentamente la experiencia de aprender o que adquieran la mayor cantidad de conocimientos y habilidades en el menor tiempo posible?
  • ¿Qué harías si te asignaran la tarea de ir a clausurar escuelas de manera definitiva?

Si quieres tener recuerdos bonitos de aquellos tiempos de escuela y de la inocencia con que niñas y niños viven la vida, aprenden y se sorprenden mientras son guiados por una maestra que les ayuda a descubrir que lo importante no está en el uniforme, ni en cuadernos, libros caros o múltiples idiomas, sino en creer en sí mismos y crecer con entusiasmo, ve esta linda película que te sacará varias sonrisas y dará un poco de esperanza para buscar una educación libre e incluyente que nutra el crecimiento de las infancias.

Mira el trailer que encontré en YouTube:

Referencias:

Netflix Latinoamérica. (2023b, mayo 2). El último vagón | Tráiler oficial | Netflix [Vídeo]. YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=tD1fGlnuKQk

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